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La hospitalidad de la Isla Grande


Como bombero voluntario de la 18° Compañía del Cuerpo de Bomberos de Santiago, sabía que la solidaridad y el compañerismo no tienen límites geográficos. Esta vez, nuestro destino era la hermosa ciudad de Castro, donde la Segunda Compañía tenía preparado un ejercicio de abastecimiento que prometía dejar una marca imborrable en mi memoria.


Al llegar, después de un largo viaje desde Santiago, me sorprendió la cálida bienvenida por parte de la comunidad, llena de saludos y buen humor, algo muy común dentro de la gente del sur.


Una vez que llegamos al cuartel de la Segunda, enseguida pudimos apreciar que el ejercicio al cual asistíamos no era una citación cualquiera, sino que estábamos presenciando un hito que nunca se había hecho en la zona y que pretendía marcar un antes y un después en la comunidad de Castro respecto al combate de incendios.


El ejercicio consistía en mover 40 mil litros de agua desde una piscina por el centro de la plaza de armas por 1 kilómetro de ciudad para lograr alimentar un carro de bomberos ubicado en las orillas del mar. Para que el lector comprenda, Castro está lleno de calles, pasajes y desniveles, por lo que la geografía jugaba un papel importante en cómo posicionar todo el material.



El despliegue de recursos fue colosal: Carabineros cortaban el tránsito, los Voluntarios corrían de un lado a otro, los Comandantes supervisaban las operaciones, los medios transmitían la noticia desde un móvil, incluso los Brigadieres ayudaban a armar las piscinas de abastecimiento; cada alma en Castro tenía su función.


Como espectadores privilegiados, observamos con admiración cómo se movía el agua a lo largo del kilómetro de armada. Todo el trabajo previo del ejercicio se veía reflejado en la seguridad e ímpetu con el que trabajaban los voluntarios. Cada conexión, cada manguera desplegada, era un testimonio del compromiso con la excelencia que buscaban adquirir los segundinos. El ejercicio transcurrió sin mayores problemas durante una larga hora y terminó exitosamente con una bonita reflexión de los Oficiales Generales sobre el hito que se logró ese día.



De regreso a Santiago, quedé profundamente impresionado con el espíritu demostrado por el Cuerpo de Bomberos de Castro, en especial con cada integrante de la Segunda Compañía. Siempre recordaré la increíble hospitalidad y cariño con la que nos recibieron (acompañada de lo mejor de la cocina local) y, por sobre todo, su continua búsqueda de la excelencia, la cual quedó plasmada en este ejercicio.


Voluntario Juan Pablo Olivares de Castro

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