En la tarde del sábado 12 de abril de 2014 se desató en la comuna de Valparaíso uno de los incendios más grandes de los que se tenía registro hasta ese momento. En un inicio fue una emergencia forestal, pero debido a las altas temperaturas, la sequía, la abundante vegetación y los fuertes vientos, los que alcanzaron unos 70 kilómetros por hora, generó consecuencias desastrosas en las poblaciones aledañas, destruyendo casi tres mil viviendas y dejando más de diez mil personas damnificadas, quince víctimas fatales y medio millar de heridos.
Este incendio requirió el apoyo de cuerpos de bomberos de diferentes regiones y el CBS despachó sus primeras máquinas a las 23.38 horas de ese mismo día. Luego, cerca de las 10 horas del domingo 13, la Central de Alarmas del CBS informó que las compañías debían designar cinco bomberos por unidad para relevar a aquellos que se encontraban trabajando en Valparaíso desde la noche previa. El equipo de la Decimoctava estuvo compuesto por Cristian Jiménez Biagini, Pablo Cruz Roa, Daniel del Solar Rivas y Joaquín Carrillo Espinosa, al mando del teniente primero de la época Mauricio Rodríguez Stazzi.
“Ese domingo nos fuimos en un bus del Cuerpo con nuestros uniformes forestales y estructurales para poder actuar en ambas situaciones. Cuando llegamos, la Decimoctava se coordinó con la Novena Compañía del CBS para trabajar en conjunto con B9. Al principio nos informaron que todo estaba controlado, pero a los pocos minutos hubo una violenta reactivación de diferentes focos, por lo que fuimos despachados al cerro Ramadita, donde nos encontramos con una situación sumamente compleja. La población estaba siendo evacuada y el fuego subía rápidamente por una quebrada hacia las casas. La instrucción que tuvimos fue ayudar a la gente a salir del lugar y atacar la propagación de manera de defender las propiedades en riesgo. A pesar de la envergadura de las llamas, logramos salvar algunas casas. El viento era muy fuerte y cambiaba constantemente de dirección. Hubo un momento en que tuvimos que replegar”, cuenta Cristian Jiménez.
Daniel del Solar complementa: “Trabajamos defendiendo unas casas en el límite de una de las quebradas y el fuego venía desde dos sentidos, lo que dificultó muchísimo nuestra labor. Teníamos dos armadas dispuestas en un pasaje, las que tuvimos que desplazar entre aproximadamente 20 viviendas para evitar que éstas se quemaran. Recuerdo que fue un arduo trabajo, pero, a pesar de las condiciones adversas, logramos salvar algunas viviendas. En algunos momentos sentimos frustración por no haber podido hacer más, pero el escenario era dantesco. También vivimos situaciones complejas en las que asumimos un gran riesgo con el fin de ayudar, porque el lugar donde estábamos se inundaba de un denso humo que no nos dejaba respirar”.
“Yo tenía solo seis meses de antigüedad y este fue mi primer incendio de magnitud”, explica Joaquín Carrillo. “Recuerdo que sentí mucho miedo por las condiciones de trabajo. Por ejemplo, tuvimos que bajar por una quebrada para apagar una casa y el humo nos encerró, así que arrancamos como pudimos. Esta experiencia me permitió sopesar los riesgos de nuestra actividad y aprender lo importante que es la tarea en equipo, que nos tenemos que cuidar entre todos como una verdadera familia. Otro aspecto que me gustaría destacar es que pudimos compartir un trabajo común con bomberos de otras compañías y de otros cuerpos de distintas regiones, todos unidos por la misma causa”, agrega el voluntario.
A las 17.00 horas del domingo 13 de abril sonaron los timbres del teléfono directo y la Central de Alarmas del CBS indicó que se requería una delegación adicional de cinco bomberos para reforzar las difíciles labores de extinción en Valparaíso. El segundo grupo estuvo compuesto por Francisco Araya Zúñiga, Andrés Durandeau Lalanne, Camilo Epple Radical, Vicente Godoy Descazeaux y el teniente tercero Bernardo Madrid Díaz. En paralelo, otros cinco dieciochinos concurrieron en vehículosparticulares al puerto: Rodrigo Cornejo Lorca, Joaquín Jerez Salvo, César Llaña Cavalli, Benjamín Lorca Guzmán y Benjamín Moraga Benítez.
“Sabiendo que existía necesidad de personal, decidí solicitar autorización para dirigirme al incendio en mi vehículo particular junto a otros integrantes de la compañía. Con el permiso correspondiente, nos fuimos directo a la plaza Sotomayor y nos pusimos a disposición. Al rato salimos en mi camioneta al sector de Rodelillo, donde el fuego se aproximaba. Ahí viví dos experiencias que nunca olvidaré. Mientras evacuaba a una familia, una señora me advirtió que su hijo mayor aún se encontraba rescatando enseres, por lo que tuve que ingresar a buscarlo en una vivienda, la que estaba comenzando a humear a punto de entrar en combustión. En el interior no había nadie, así que me disponía a salir por la puerta principal cuando la casa comenzó a arder por completo. Afortunadamente alcancé a evacuar hacia el patio y, luego de saltar una pandereta, me pude poner a salvo”, cuenta Joaquín Jerez.
La segunda experiencia llenaría de orgullo al voluntario y sus compañeros: “Dadas las condiciones, ordenaron evacuar la zona, así que todas las máquinas se retiraron, pero nosotros (los de la Decimoctava) nos quedamos. Había una casa que aún no se había visto afectada por el fuego y la intentamos salvar. Recuerdo que sacamos todo el materia combustible que había en el entorno y usamos el agua de las copas para extinguir los focos más cercanos. Fue muy difícil, pero afortunadamente lo logramos. Esta fue la única vivienda de la zona que no se quemó gracias al trabajo decidido de la 18, lo que nos generó esa grata sensación del deber cumplido”, concluye Joaquín Jerez.
Cerca de las 20 horas del mismo domingo, la Central de Alarmas del CBS llamó nuevamente al cuartel y comunicó que la Decimoctava debía prepararse porque el carro H18 también iba a ser despachado a Valparaíso. Los designados fueron Ciro Cornejo Cáceres, Guillermo Mora Ruiz, María Eugenia Cornejo Lorca, Jean Jacques Durandeau Lalanne, Jorge Mahaluf Velasco, Felipe Cavicchioli Morales y Camilo Venegas Dahms. La máquina fue conducida por Pascual Pérez García y a cargo iba el entonces capitán Manuel Lorca Guzmán. H18 arribó al puerto a las 22 horas y se dirigió de inmediato a lo que se denominó la “Zona Cero”, ubicada en la plaza Sotomayor.
“Los bomberos del primer grupo, a cargo del teniente 1° (Mauricio Rodríguez), se encontraban exhaustos por el trabajo realizado durante todo el día y nos reafirmaban con sus relatos la magnitud de este terrible incendio”, escribió el capitán Manuel Lorca Guzmán en la web de la compañía, bomba18.cl.
El grupo a cargo de Rodrigo Cornejo trabajó con algunas compañías de la Región Metropolitana en el sector del cerro Rocuant, donde el fuego todavía se encontraba consumiendo muchas casas.
Aproximadamente a las 23 horas, el H18 fue despachado al sector del cerro Ramaditas/Las Torres, junto con la unidad CR2 (de la Segunda Compañía del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso), para evitar una posible propagación del fuego hacia las casas de las zonas colindantes. “Luego de varios minutos de trayecto, llegamos al lugar de trabajo. La imagen era impactante”, apunta Manuel Lorca Guzmán en su citado testimonio. “Eran cientos de viviendas consumidas por el fuego. Había mucho por hacer, porque todavía quedaban algunas casas que apagar y una agotadora tarea de remoción de escombros en todas esas viviendas afectadas. Mientras los voluntarios trabajaban, pudieron contemplar como, al otro lado de una quebrada, el fuego seguía consumiendo otros inmuebles”.
“La Decimoctava armó rápidamente una base de 72 milímetros y dos pitones de 52 milímetros. En una condición optima de abastecimiento de agua lo lógico hubiese sido armar unas líneas de 72 milímetros con pitones de alto desalojo o, incluso, el armado de pitones monitores, pero por la nula existencia de grifos en la zona tuvimos que adecuarnos y orientar nuestra estrategia hacia la optimización del agua”, explicó Manuel Lorca Guzmán en el sitio bomba18.cl, donde agregaba: “El trabajo no estuvo exento de riesgos debido a la poca visibilidad por el humo, la existencia de pozos y la cercanía de las quebradas”. La tarea llevó un tiempo de dos horas.
Luego de un breve descanso, el H18 fue despachado al sector de Pajonales, junto con BX19. La Decimoctava trabajó por espacio de una hora extinguiendo el fuego que avanzaba por la ladera de un cerro, a unos cien metros de la zona habitada. En las horas siguientes, H18 trabajó casi de manera continuada en diferentes frentes.
A las 7 horas del día lunes 14 de abril, H18 es requerido nuevamente en el sector del cerro Ramaditas, donde el fuego volvía a amenazar los bosques y casas. Allí se trabajó durante cuatro horas. Posteriormente, la tarea fue recorrer diferentes zonas propensas al rebrote de las llamas y las labores preventivas. Cerca de las 13 horas, la compañía se dirigió al sector de la Isla, también para proteger las casas amenazadas por el fuego.
Mientras un contingente de la Decimoctava trabajaba sin cesar en el incendio de Valparaíso, otro grupo de dieciochinos, cargo del teniente segundo de la época, Daniel Zelada Kammel, permaneció apostado en el cuartel, respondiendo a las emergencias de Vitacura y las comunas aledañas. B18 salió a cinco actos del servicio en esas horas.
El carro H18 y la dotación de bomberos que concurrieron en buses a Valparaíso regresaron al cuartel de Gerónimo de Alderete a las 22.18 horas de aquel lunes. “La Decimoctava, fiel a su compromiso con la comunidad, nuevamente estuvo a la altura de las circunstancias. No puedo sentir más orgullo de estar a cargo del servicio activo de este equipo humano. Esta jornada será recordada como el día en que el Cuerpo de Bomberos de Santiago ayudó a Valparaíso y nosotros recordaremos este hecho históricamente como el día en que la Decimoctava Compañía respondió a unos de los incendios más grandes en la historia de Chile. ¡Valor y sacrificio!”, concluyó el relato de Manuel Lorca Guzmán en la página bomba18.cl.
Junto con el trabajo en el puerto, durante esta emergencia se realizó en el cuartel de la Decimoctava una recolección de víveres, artículos de aseo y ropa para los damnificados por el incendio. Con la venia de las autoridades del Cuerpo de Bomberos de Santiago, esta campaña se abrió para canalizar la ayuda de la comunidad de Vitacura y fue gestionada por una treintena de voluntarios que trabajaron desinteresadamente en esta tarea.

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